La versión escocesa de la californiana Ruta 66 es la North Coast 500. Este recorrido incluye interminables caminos secundarios, amplios y sinuosos pasos rurales, además de las escénicas curvas que atraviesan algunos de los paisajes costeros más bellos del país.
Un viaje por una ruta es lo que muchos sueñan durante gran parte de su vida, y si encima se combina con paisajes sorprendentes, la propuesta se vuelve mucho más que tentadora. Tal es el caso de la North Coast 500, que tal como lo indica el número de su nombre abarca 500 millas, que equivalen a 800 mil kilómetros. Este recorrido es relativamente nuevo, desde hace cinco años recién se comenzó a llamarlo bajo esta denominación que permitió unir múltiples puntos formando un itinerario lleno de castillos y leyendas por descubrir.
La aventura comienza
La ruta inicia en la ciudad norteña de Inverness, después serpentea por la costa oeste hasta Applecross y continúa en dirección norte, hacia las animadas ciudades de Torridon y Ullapool. Desde allí, la carretera sigue hacia algunos de los puntos costeros más septentrionales de Escocia, pasando por Caithness y John o’ Groats, antes de ir nuevamente hacia el sur atravesando Dingwal, para finalmente llegar otra vez a Inverness.
Durante todo este trayecto, los viajeros podrán apreciar desde un diminuto castillo hasta altísimas montañas de más de 914 metros de altitud, e incluso un farallón ancestral. Sin duda, el camino reserva enormes sorpresas para los visitantes.
Un ejemplo de ello es la exploración que se puede realizar en las ruinas del castillo de Ardvreck, a orillas de loch Assynt, al norte de Inchnadamph. A su vez, justo al sur de Bora se encuentra Dunrobin, un castillo de estilo francés habitado desde el siglo XIV que sirvió como hospital de guerra durante la Primera Guerra Mundial.
El castillo de Dunrobin es la más septentrional de las grandes casas de Escocia y la más grande de las Tierras Altas del Norte, con 189 habitaciones. El castillo de Dunrobin es también una de las casas habitadas continuamente más antiguas de Gran Bretaña que data de principios del 1300, hogar de los condes y más tarde de los duques de Sutherland.
El castillo, que se asemeja a un chateâu francés con sus torres cónicas, ha visto las influencias arquitectónicas de Sir Charles Barry, quien diseñó las Casas del Parlamento de Londres. Este punto turístico se encuentra en la costa este de las tierras altas del norte con vistas al estuario de Moray, justo al norte de los pueblos de Golspie y Dornoch.
Naturaleza que reina
Las montañas son el lugar perfecto si se tiene como sueño subir a un munro o perderse entre la diversidad de terrenos de las escarpadas cordilleras, o si le llaman la atención los altos picos como Ben Hope, Stac Pollaidh, An Teallach o Suilven. Estas hermosas montañas septentrionales y recónditas supondrán un reto, pero ofrecerán vistas inigualables de las magníficas Highlands.
Por otro lado, si se busca recónditas playas de arena, las mejores olas para hacer surf o, simplemente una belleza natural pura, en las playas de las Highlands del norte lo encontrarán todo. En este mismo paseo se podrá explorar uno de los castillos más diminutos de Europa, conocido como el Castillo del Ermitaño en la bahía de Achmelvich. Allí es posible observar todo tipo de fauna marina en la playa de Gairloch y recorrer las blancas e inmaculadas arenas de la playa de Balnakeil, cerca de Durness. Por la noche, hay un plan que es imperdible, cambiar un poco de carretera por una playa desierta y así despertarse con el sonido del romper de las olas. Siguiendo viaje, el camino llevará a través de paisajes enmarcados por elementos geológicos ancestrales. La Cueva de Smoo, situada en el extremo norte de Escocia, es una bella y mística cueva marina de piedra caliza, cuya boca de más de 15 metros de altura la convierte en una de las entradas más grandes de todas las cuevas marinas de Gran Bretaña.
Allí, los viajeros no dejarán de asombrarse por el Viejo de Storr, un farallón (una roca que fue resultado de la erosión sobre los acantilados) de 60 metros esculpido en piedra de arenisca que se erige entre las Highlands del noroeste y las islas de Lewis y Harris, en el archipiélago de las Hébridas.
¡A reponer energía!
No es sólo el coche el que necesita reposar, por eso, este rincón de Escocia se ofrece una variedad gastronómica que hará agua la boca. Degustar el marisco fresco del Kishorn Seafood Bar, en Wester Ross, o una parada en Lochinver Larder para degustar las mejores empanadas de las Highlands, son algunas de las deliciosas opciones.
Para quienes les apetece algo dulce, no pueden no darse el lujo de tomar un chocolate caliente en Cocoa Mountain o un pequeño dulce casero en Whaligoe Steps, un café escondido junto a la carretera A9. O siempre se puede parar para hacer un pícnic en plena naturaleza y disfrutar del paisaje a la vez que saborear las deliciosas especialidades de la región.
Es imprescindible hacer un alto en el camino para disfrutar de una bebida amenizada por música y baile tradicionales en el Ceilidh Place, en Ullapool, y pasar la noche en una acogedora posada. También se puede catar los productos de una de las famosas destilerías de Old Pulteney o Glenmorangie.
Tanto si el viaje es en una camioneta o en una motocicleta, o incluso si se va a recorrer una sección a pie, hay muchas maneras de disfrutar de las vistas de la North Coast 500.