Con un gran presente en “Bienvenidos a bordo” por la pantalla de Canal Trece, Hernán Drago, modelo y conductor de televisión, habló en exclusiva con Mensajero Plus sobre sus experiencias de viajes y confesó que Bariloche es su lugar en el mundo.
– ¿Qué balance podés hacer del 2020?
– En general estoy atravesando una realidad atípica, repleta de asombro por la pandemia que me tocó vivir. De a ratos me acostumbro a esta nueva vida y en otros me toca luchar para terminar de entender que ya se está yendo este año tan raro.
– ¿Cómo definís tu presente laboral?
– Nunca tuve tanta disponibilidad para participar de un ciclo televisivo y, gracias a Dios, hoy puedo disfrutar de estar fijo en Canal Trece con Bienvenidos a bordo, uno de los programas más vistos de Argentina. Afortunadamente mi agenda tuvo más espacio para que yo pueda quedarme en Capital Federal y es una sensación maravillosa, porque todas las noches tratamos de sacarle una sonrisa a los televidentes.
– ¿Cómo definís tu vínculo con la gente?
– Estoy muy agradecido por el cariño de las personas, porque termino de grabar muy tarde y hay familias enteras esperando para saludarme y sacarse una foto conmigo. Las demostraciones de afecto del público a la salida del canal y en la calle son las más sanas y puras que hay.
– Por el grado de popularidad que alcanzaste en los últimos meses, ¿qué lugar representa Guido Kaczka en tu vida?
– Siempre fue una persona muy generosa conmigo, incluso en otros formatos que compartí con él. Estoy muy agradecido porque me brindó un espacio para poder explayarme con muchas oportunidades. Tenemos una gran relación y una muy buena química para poder jugar. Yo confío en Guido, en su capacidad resolutiva, en su carisma y en su profesión. Tiene muchos conocimientos en televisión, en la gente y en los tiempos. Muchas veces tratamos de improvisar y eso es lo lindo, porque tratamos de tener un humor muy sano para que el público se divierta.
– ¿Cómo repercute en vos el hecho de no poder viajar como antes?
– En los últimos 20 años de mi vida, no estuve más de un mes sin hacer un viaje, ya sea por motivos laborales o simplemente por placer. Extraño mucho el hecho de ir a Ezeiza o Aeroparque para subirme a un avión. Lo necesito, porque es una manera de cambiar de aire para motivarme. Viajar me llena el tanque de combustible para volver con todo.
– ¿Cuál es el secreto para tener un físico privilegiado que más de un hombre quisiera tener?
– La fórmula la conocen todos, aunque no es fácil llevarla a la práctica porque hay que ser constante. Es fundamental hacer ejercicios y tener una alimentación sana, pero no hace falta estar pendiente de eso las 24 horas, los 365 días del año. No vivo a base de lechuga y manzanas, por ejemplo. Me doy varios gustos, pero después compenso. No tomo alcohol prácticamente, lo máximo son dos copas de vino por semana. Tampoco soy como los que salen con los amigos a emborracharse ni bebo diez cervezas en una noche. No digo que esté mal eso, cada uno sabe lo que hace, pero después no hay que quejarse si no se ven los efectos.
– ¿Cuál es tu mayor motivación para lograr estos resultados?
– Mi trabajo. Así como vos tenés que escribir una nota y hacer una entrevista a pesar de tener un mal día, yo tengo que salir a correr igual aunque no tenga ganas. La convicción y la constancia te llevan al éxito. Los viajes suelen formar parte de la vida de un modelo.
– ¿Qué recordás de tu primera experiencia en el exterior?
– Empecé a trabajar desde muy joven en este hermoso mundo de la moda, la imagen y la comunicación. A los 17 años tuve mi primer viaje, el destino era México. Me trataron muy bien y quedé maravillado desde que subí al avión, además de la felicidad que me generó el hecho de ser la imagen de una marca. Creo que tuve la suerte de estar en el lugar justo, en el momento adecuado. Hace 30 años que no paro de viajar y es algo maravilloso.
– ¿Te animarías a radicarte en el exterior?
– Clientes y agencias de Europa no me faltan, pero hoy ya no tengo tantas energías como para ir a instalarme allá. Ahora trato de apostar mucho al trabajo nacional, con viajes a lo largo y a lo ancho de Argentina. Descubrí lugares y personas increíbles que me permitieron enamorarme de mi país. Cuando viajo desde Ezeiza al mundo, veo todo lo que tenemos y lo analizo, porque en cada provincia y en cada rincón hay algo nuevo por descubrir.
– ¿Qué es lo que más le gusta de nuestro país a los extranjeros?
– La gente me suele pedir tres cosas de Argentina: el dulce de leche, los alfajores y una botella de vino. Tenemos geografía, historia, cultura, profesionales, ríos, lagos, mares, montañas, selvas y un montón de atractivos que los enamoran. Yo trato de ser positivo, y ahora, con lo difícil que está todo por las restricciones más la situación del dólar, es el momento perfecto para salir a recorrer nuestro país.
– ¿Cuántas veces viajaste a cada provincia de Argentina?
– A la que menos conozco creo que fui diez veces, mínimo. Después, en promedio, debo haber viajado en 15 y 20 oportunidades a cada una de ellas. Bariloche es mi ciudad favorita, creo que viajé más de 200 veces para allá, con eso te digo todo.
– ¿Sentís que Bariloche es tu lugar en el mundo?
– Es un rincón mágico del planeta, hace 12 años que voy una vez por semana. Una vez que termine mi carrera como modelo pienso radicarme ahí. Incluso me emociona la pregunta, porque la visualizo y me veo viviendo allá. Será en un contexto repleto de naturaleza, en una cabaña, disfrutando del humo de la chimenea, con un libro de compañero. Calculo que voy a tener dos o tres perros, y uno de ellos seguramente será mi amado Golden Retriever, porque es joven, tiene dos años. Serán días de paz, de charlas y de viajes, por supuesto.
– ¿Qué actividades te gusta hacer en un viaje?
– Hace poco le pregunté a un amigo qué hacíamos si íbamos a otros países, y entre los dos reconocimos que somos de salir a correr a cualquier hora para conocer cada destino. Por otro lado, debo admitir que soy un amante de la naturaleza, así que en Argentina suelo agarrar el mate en la hora de la siesta y aprovecho para hacer turismo.
– Hoy en día, por los tiempos de pandemia que vivimos, el turismo de naturaleza asoma como uno de los segmentos más elegidos por los viajeros. ¿Hay alguna región de la que te gustaría disfrutar de estas experiencias?
– Hace unos meses, de forma fallida, reservé una excursión para hacer el Cruce de los Andes sanmartiniano. Siempre por cuestiones que me exceden, por contratos laborales que ya están establecidos, termino sin poder hacerla. De hecho, no cambié las fechas, pero lo voy a terminar haciendo. De acá a dos años me veo cruzando los Andes a caballo.
– ¿Tenés algún destino pendiente por conocer?
– Sí. A nivel nacional, voy a ir a las Islas Malvinas y a la Antártida. En el ámbito internacional, quiero conocer Alaska. Más allá del micrófono, me comprometo conmigo mismo a viajar a estos destinos de acá a 10 años.
– Cuando armás la valija, ¿qué es lo que tenés que llevar sí o sí?
– En primera instancia todo lo relacionado al cuidado y a la salud, como el dentífrico, por ejemplo. Sin embargo, lo que no me puede faltar de ninguna manera es el mate. No es por una cuestión de gustos, más bien es ese momento de compañía o de soledad con él. No importa en qué lugar del planeta esté. Es una hora mágica en la que me encanta ver el atardecer con el mate, porque analizo cómo fue mi día y agradezco por ese momento que puedo vivir.
– ¿Tenés algún hobby relacionado al turismo?
– Tengo más de 160 mates de cada destino que conocí. Diez de ellos están curados y los demás están listos para ser exhibidos en una vitrina. En realidad no lo relaciono con el coleccionismo en sí, porque cada uno está tallado y grabado con el nombre del lugar en el que fue creado. Algunos me los compré yo y otros me los regalaron. El día de mañana me van a servir para recordar todos los viajes que pude hacer gracias a mi profesión.
– ¿Disfrutás el viaje en avión? ¿O te toca padecerlo?
– Voy muy tranquilo, súper relajado. Por lo general trato de hacer el check-in con tiempo para ir en un asiento en la ventanilla. Estuve en vuelos de muchas turbulencias y siempre traté de calmar a los pasajeros que estaban cerca mío para que no se asusten. Reconozco que a veces son situaciones incómodas, pero trato de pensar en algo lindo y de disfrutar de la experiencia. A veces leo un libro, miro una película o simplemente duermo.
– ¿Sos de animarte a probar la gastronomía típica de cada región? ¿O preferís ir a lo seguro?
– Trato de ampliar el paladar, pero siempre de menor a mayor. Me gusta investigar y degustar distintos platos. Me amoldo muy bien a lo que la tierra da en cada lugar. En un contexto de río o de mar como pescado. Cuando voy a Brasil, desayuno papayas y piñas, por ejemplo. Probar nuevas comidas también forma parte del viaje.
– Si tuvieras que definir al turismo en una sola frase, ¿cuál sería?
– Viajar significa libertad y felicidad. Yo creo que es el dinero mejor invertido y no lo veo como un gasto, porque tienen valores y no me refiero a los precios precisamente. Si tengo una moneda, no tengo por qué llevármela a la tumba. Por supuesto que voy a garantizar el bienestar, la comida, la educación y el futuro de mis hijos, pero si puedo darme un gustito lo voy a hacer.
– ¿Qué reflexión hacés del turismo a nivel económico?
– Es una actividad fundamental y muy necesaria. Hay empresas de las que dependen muchísimas familias. Todo esto que te digo no lo escuché, lo viví de cerca cuando conduje el programa Experiencia La Rioja. Tuve la suerte de entrevistar a muchas personas del sector y ahí me di cuenta del empeño que le ponían a cada uno de sus productos. No les estamos haciendo un favor a ellos, nos vemos beneficiados todos. Al charlar con ellos entendí que hay otras maneras de vivir con distintas culturas. Es un estilo de vida mucho más sano que el nuestro.