En una entrevista exclusiva con Mensajero Plus, el diseñador de moda Benito Fernández analizó su presente laboral y habló sobre su relación con el turismo.
¿En qué momento de tu vida estás?
Acabo de cumplir 60 años y estoy reinventándome una vez más a nivel empresarial y personal. BENITO se transformó en una marca familiar con la incorporación de mi hijo Lucas, quien se va a encargar de la indumentaria de hombres, mientras que mi hija Marina hace lo propio con los niños. Vivo un buen presente, más allá de todo este mundo de muertes, contagios y economías destrozadas que genera el COVID-19.
La ecología, la problemática del maltrato animal y la cuestión de género son algunos de los conceptos nuevos que aparecen en la reinvención de tu marca. ¿Por qué decidiste abordar estas temáticas?
Veníamos trabajando en distintas ideas que surgieron a partir de la solidaridad, la resiliencia, la inclusión y la empatía. Los temas que mencionás forman parte de las problemáticas actuales y me pareció que era el momento ideal para empezar a abarcar los campos que te comenté. Hace diez años que soy padrino de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA), y te puedo decir que el proceso para quitar todos los prejuicios que había fue muy largo.
En septiembre vas a cumplir 33 años en el mundo de la moda. Cuando dabas tus primeros pasos, ¿pensabas que ibas a ser tan reconocido?
No, ni ahí. Yo me planteaba otros objetivos. Mi principal deseo era tener un ADN propio. No pienso tanto en el reconocimiento. Yo tengo un perfil más “laburante”, voy más al día a día y armo la empresa en función de lo que me parece más adecuado analizando al mundo en general.
En tu rol de padre, ¿qué te genera ver que tus hijos incursionen en distintos proyectos relacionados a la moda?
Me encanta verlos así y que estén conectados. Por suerte no se detuvieron en ningún momento y no sentimos ningún vacío, al contrario. Como te decía, mi primera meta era que mi marca tuviera su propia identidad. Una vez que hace unos años logré alcanzar ese objetivo, mi cabeza empezó a darse cuenta que había que ir por más. Hoy en día es la primera vez que veo una luz en el horizonte gracias a mis hijos, porque son más jóvenes y tienen otra mentalidad, otros conceptos. Me da la sensación que la marca BENITO va a trascender más allá de mi persona.
¿Qué te llevó a realizar distintas acciones solidarias?
La pandemia me pegó bastante. No salgo casi nunca y sentí que tenía que hacer algo sí o sí. Empecé a hacer barbijos para el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde. Como eran de alta costura la idea era que se remataran. Donamos 500 prendas de la colección de mi hija a la ONG Mamis Solidarias. De una forma u otra todos perdimos algo por el coronavirus. Si tenemos que sumar más derrotas, que sea ayudando a la gente, a los que más lo necesitan.
¿Cuál es el significado de viajar para vos?
Significa conectar con la profesión, el mundo y la vida. Son los momentos en los que más me relajo. Conecto conmigo mismo y con mis afectos. Nunca pensé en mi vida que iba a viajar tanto y lo gozo muchísimo. Me encanta pasear y salir a comer, aunque no soy de ir a hacer compras, al contrario.
¿Qué provincias de Argentina te gustan?
Chubut es una de las que más me gusta visitar, tengo muchos amigos allá. De hecho, mi tío fue gobernador en la década del ‘70. Salta me encanta, incluso llegué a tener una cabaña en Campo Quijano. Disfruto mucho de Córdoba y de Santa Fe también. Me gusta mucho viajar por el interior del país, porque es el termómetro que te da la pauta si estás haciendo bien o mal las cosas.
Estuviste en muchísimos desfiles internacionales de gran relevancia. ¿Pudiste hacer algo de turismo?
Cuando hacés un desfile, los eventos son agotadores. Hay mucho estrés, y más si estás representando a tu país y a distintas marcas. Hay una exigencia mucho más grande que en presentaciones de menor relevancia. Cuando viajo por trabajo miro las ciudades con otros ojos. Me encanta ir a otros países con consignas laborales puntuales. Gobiernos como el de Cuba o el de Salta me han invitado por distintas campañas y fueron experiencias espectaculares. La mezcla de paisajes, la gente y el trabajo es lo que más me gusta de viajar.
¿Cuáles fueron los paisajes y las ciudades que más te impactaron?
En paisajes elijo a Tolar Grande, en Salta, y el Gran Cañón del Colorado, en Estados Unidos. Reconozco que soy de enfocarme más en el movimiento urbano y no tanto en la naturaleza, pero estos dos lugares me fascinaron. Me gusta mucho Mendoza, la gente es divina y muy cordial. Sin embargo, si tengo que elegir una ciudad, me quedo con Nueva York. He ido más de 30 veces y siempre encuentro algo nuevo. Rápidamente te muestra lo que pasa en el mundo, ya sea en gastronomía, arte, música, moda, arquitectura y demás.
¿Cuáles son los principales lugares del mundo que pudiste visitar, ya sea por trabajo o por ocio?
A nivel laboral, Medellín, Nueva York, París y Barcelona. En lo personal, rescato un viaje que hice a California en casa rodante con mi hermano, a los 19 años. Estuvimos en San Francisco, Monterrey, Santa Bárbara, Los Ángeles, San Diego y Las Vegas, entre otras. Fue un viaje maravilloso. Otra experiencia que hice de chico fue en la Polinesia, fue increíble.
¿Te gusta Argentina como destino turístico?
Sí, me encanta mi país. Conozco un 80% del territorio nacional y me parece maravillosa la gente. Todavía no fui al Glaciar Perito Moreno, tuve dos intentos fallidos y no pude ir. Es un lugar pendiente.
En 1984 viajaste a París, donde te graduaste como Fashion Designer en la Paris American Academy. ¿Qué recordás de aquella experiencia puntual?
París fue mi primer anclaje serio con la moda. Hasta ese entonces no existía la carrera en Argentina. La academia me permitió estar en los desfiles y pude hacer un montón de actividades además de estudiar. No podía estar mucho tiempo por un tema económico. Yo fui casado, y al no trabajar era muy costoso para mis padres mantenerme en Europa con departamento, comidas y demás. Por suerte en menos de dos años pude hacer de todo.
Argentina sufrió la crisis del 2001, y no tuviste otra alternativa que radicarte en Barcelona. Imagino que no debió ser una decisión fácil el hecho de irte a vivir allá…
Fue difícil, pero sabía que tenía que irme de Buenos Aires porque por un tiempo no iba a poder hacer nada. Era muy frustrante proyectar algo acá. No estaba bien anímicamente al ver un impacto tan grande en la economía. Elegí Barcelona porque no era una ciudad tan grande como Madrid, Buenos Aires, Nueva York o Londres. Buscaba un lugar más amigable, con más empatía y que se relacionara con la moda. Recuerdo que en aquel entonces comencé a vestir a Máxima Zorreguieta, y desde ahí vinieron épocas muy buenas.
¿Te gustan los aeropuertos? ¿O te fastidian?
Tengo muchísimas horas de vuelo y estuve al límite de perder más de uno. Más de una vez me tuvieron que llamar por los parlantes, pero no más que eso. Incluso he dormido en aeropuertos, como en Caracas o Miami, por ejemplo. Por suerte soy bastante paciente, he estado 20 horas en un aeropuerto y no lo padecí para nada.
¿Disfrutás el viaje en avión?
Sí, no soy complicado, no me engancho en ver si se mueve o no, casi nunca se cae. Trato de relajarme, duermo e intento estar cómodo, aunque no es algo tan simple. Soy muy alto, así que si me toca un avión pequeño que va muy lleno se complica por mi altura.
Cuando armás la valija, ¿qué es eso que no te puede faltar?
¡Mi traje de baño! Vaya donde vaya, invierno o verano, lo tengo que llevar sí o sí. Si hace frío, me lo pongo en el hotel o en el spa. Además es una de las prendas que más cuesta encontrar. El resto de la indumentaria se puede comprar en cualquier lado.
Si te dan la posibilidad de radicarte en otro país, ¿cuál elegís?
Ninguno, me costaría un montón. Quizás por trabajo podría instalarme un tiempo en Nueva York o en Miami, pero no va más allá de una oficina. Mi vida privada pasa más por Buenos Aires, por mis afectos, mis raíces y mi país. Argentina es mi lugar en el mundo.
¿Cómo imaginás que serán los viajes post coronavirus?
Sin hacer comparaciones odiosas, es una situación similar a la que se vivió en 2001 con el atentado a las Torres Gemelas. Cuando vi las explosiones que ocasionaron esos aviones llegué a pensar que nunca más iba a formar parte de un vuelo, y sin embargo fue la década en la que más viajé. Seguramente habrá que ir con bastante anticipación a los aeropuertos y se tomarán más medidas de seguridad e higiene para cuidar a los pasajeros. El modo de viajar se va a modificar, pero lo vamos a seguir haciendo.
Si tuvieras que confeccionar una prenda pensando en tu viaje ideal, ¿cómo sería?
Diseñaría un buen calzado, sin dudas. Unas buenas zapatillas son lo más importante de un viaje. Tienen que ser cómodas, livianas, y deben adaptarse a todos los ambientes, como por ejemplo para caminar debajo de la lluvia. El empeine y el arco son fundamentales para estar bien. A partir de los pies se puede determinar cómo se va a sentir una persona y el cansancio que pueda tener.
¿Considerás que el turismo es importante para nuestro país?
Sí, sin dudas. Argentina tiene una riqueza y un potencial enorme para esta actividad, por los paisajes y por muchísimos factores que aún no fueron totalmente explotados. Tenemos todos los climas, contamos con diferentes vegetaciones, tierras y montañas. Es un país privilegiado al analizar el arte que hay en distintos rubros.