Un destino tan versátil como Río de Janeiro permite elegir actividades, atracciones y hoteles en los cuales los adultos puedan disfrutar de una estadía pensando en vivir al límite cada minuto del día y de la noche.
Río de Janeiro posee algunos de los paisajes más impresionantes del vecino país. La alegría de su gente se mezcla con la numerosa cantidad de atractivos turísticos con los que cuenta para convertir a la ciudad en uno de los lugares por excelencia para disfrutar de unos días lejos de la rutina y de los más pequeños de la familia.
Es indiscutible que el primer escenario que se nos presenta son sus playas. Nada más mencionar la Bahía de Guanabara, la perfecta postal que la geografía le regaló a los cariocas se nos muestra ante nosotros como “el lugar” adonde todos quisiéramos estar para no hacer nada más que contemplar a los musculosos jóvenes y a las muy bien dotadas niñas que se pasean mostrando sus cuerpos dorados, jugando al voley o andando en patines. ¡Eso sí bajo la sombra de un chiringuito y con una cerveza o una caipirinha en la mano!
Sin embargo, hay muchas más atracciones lejos de la arena, en donde los viajeros podrán disfrutar de la vida sin apuros, sin pensar en llevar los chicos al colegio ni en ver por centésima vez La Sirenita.
Con los brazos abiertos
Testigo de cientos de selfies diarias y de los gestos de agotamiento de la gente, producto de subir 1400 escalones, el Cristo Redentor es el ícono de Río de Janeiro. Con sus 30 metros de altura y sus 1200 toneladas, recibe a un sinfín de turistas que se disponen a ascender los 710 metros del Cerro Corcovado para cumplir con la visita obligada de todo aquel que llega a la ciudad.
Tras una construcción que duró cinco años, el Cristo Redentor fue inaugurado en 1931 y se ubicó en la cima del Parque Nacional de la Tijuca, desde donde los visitantes aprovechan la inmejorable vista panorámica de la ciudad.
Hay varias maneras de llegar al monumento, pero la más significativa es el Tren del Corcovado. En un viaje que dura alrededor de 20 minutos, animado con grupos musicales y un recorrido previo por el Parque “Serra da Carioca” con la intención de poner al turista a tono con el clima brasileño.
Un dulce recorrido
A 396 metros sobre el nivel del mar, emerge de una península sobre el Océano Atlántico el morro más emblemático de toda la ciudad carioca. El Pan de Azúcar es otro de los sitios más concurridos por los turistas de todo el mundo. Posee un atractivo incomparable basado en las vistas privilegiadas que regala de toda la región, pero principalmente de la Bahía de Guanabara.
La excursión no está completa si no se llega al pico monolítico a través de los 528 metros que recorre el famoso teleférico que los locales conocen como Bondinho do Pão de Açúcar. Este artefacto, construido en 1910 une al famoso cerro de su par, el Morro de Urca, desde donde se inicia la travesía.
Un dato curioso de este segundo cerro es que, además de existir la opción de llegar a la cima por medio de una caminata de unos 30 minutos, algunos aventureros se atreven a subir hasta lo más alto escalando. Cabe destacar que aquellos que osen a emprender tal proeza, son premiados con la posibilidad de descender del Pan de Azúcar por medio del teleférico de manera gratuita.
La noche de Río
Una de las libertades que contempla un viaje sólo de adultos es el aprovechar la noche carioca. Los botecos (bares) son los puntos de reunión para empezar la noche, tomando unas cervezas acompañadas de petiscos o salgadinhos (aperitivos fritos). Luego se puede ir a cenar a alguno de los muchos y buenos restaurantes, o probar con un bar de playa para una comida rápida para después dirigirse a un boliche bailable hasta bien entrada la noche.
Si el plan es más tranquilo hay cientos de locales en donde hay música en vivo, desde la muy carioca Bossa Nova, hasta el Jazz, pasando por el ritmo nordestino del Forró y el Samba.
La movida cultural tiene una excelente opción en el Teatro Municipal de Río de Janeiro. Ópera, Conciertos sinfónicos, ballet clásico y moderno, conciertos de cantantes líricos, y por supuesto visitas guiadas por el Teatro que se hacen en español.
En definitiva, la “Cidade maravilhosa” no defrauda a nadie: bella, viva, musical, alegre. ¿Algo más?
Una escalera comunitaria
Una de las fotos más populares en las redes sociales es la de la mítica escalera de Selarón, ubicada entre los barrios de Lapa y Santa Teresa. Con su multiplicidad de colores, es el símbolo de la alegría presente en cada rincón de Río.
El chileno Jorge Selarón es quien, en 1983, tuvo la idea de rendir homenaje a la ciudad revistiendo de azulejos amarillos, azules y verdes (los colores de la bandera brasileña) la escalera que lleva al Convento de Santa Teresa. Luego de 20 años desde que inició esta obra, fue encontrado muerto a los pies de la escalinata.
Con esa misma gratitud es que con el paso del tiempo los turistas de todo el mundo que visitaban esta atracción continuaron la tradición de dejar sus propios azulejos. Actualmente, más de 60 países forman parte de los 215 escalones con un número mayor a dos mil cerámicas, dejando como resultado final un trabajo que conforma un paisaje típico de la ciudad de Río de Janeiro. Tan famosa es que algunos artistas como U2 y Snoop Dogg grabaron videoclips de sus temas utilizando este escenario colorido y único.