La apertura del complejo termal en la ciudad bonaerense de Carhué trae aparejada una historia de superación con la unión de los vecinos como protagonista.
Poco antes de la inauguración de la temporada de invierno, reabrió en Carhué, situada al suroeste de la provincia de Buenos Aires, el Parque Termal y Lúdico Mar de Epecuén, que se alimenta del mítico lago de la ciudad, un espejo de agua con un alto grado de salinidad que tiene propiedades similares a las del Mar Muerto. Este complejo, que cuenta con 12 piletas y spa, busca consolidar al destino en la agenda del turismo termal, a nivel nacional e internacional.
Este nuevo destino turístico es el símbolo de la resiliencia de un pueblo que perdió todo en la inundación que azotó a Villa Epecuén en noviembre de 1985. Como consecuencia de aquel trágico desastre, la localidad llegó a estar sumergida siete metros bajo el agua.
La importancia de esta obra radica en que, luego de 34 años, será el punto de partida para intentar ubicar a la región dentro de los principales destinos turísticos de la provincia.
En 1985, en Epecuén, que solía ser un ícono turístico de la zona, habitaban 100 personas que recibían durante la temporada alta entre diciembre y marzo a 5000 visitantes por día. “Vimos la necesidad, para desarrollar y potenciar la actividad turística, de realizar un complejo hidrotermal adaptado a las necesidades modernas. Por eso hicimos en el año 2012 una compañía con capitales carhuenses denominada Oeste Termal Sociedad Anónima y empezamos a transitar con esfuerzo el camino que nos llevó a nuestro objetivo, que hoy es una realidad”, explica Mirta Stoessel, presidente de la Asociación de Hoteles de Carhué e integrante de la empresa que invirtió entre 27 y 30 millones de pesos para el levantamiento de la obra.
Lo que se mostró recientemente a la comunidad local fue el primer módulo del parque, que posee una pileta principal dividida en tres partes: dos ingresos laterales para permanecer de pie y desplazarse y una gran piscina central que emula un jacuzzi gigante en el que los visitantes pueden sentarse o recostarse. Además, cuenta con una pileta abierta de agua dulce, que despierta la nostalgia de los locales, ya que posee un estilo similar a la que tenía la villa Epecuén, con islas, una barra de tragos y toboganes.
Debajo del solárium se encuentra el cuerpo de baño, con duchas, lockers y un vestidor. También, antes de llegar a la pileta, hay un sector de descanso, con reposeras y sillas. Por otro lado, en un sector apartado se ubican seis gabinetes, de los cuales cinco son para masajes y estética y el restante, para fangoterapia.
En un área apartada, se reabrirá el restaurante Los Caldenes, con un servicio de confitería y buffet exclusivo para los visitantes del complejo, que contará con el típico menú saludable que se acostumbra en la hotelería Spa, con alimentos bajos en calorías y jugos naturales, además del menú tradicional del local gastronómico.
La intención es que el parque hidrotermal esté abierto durante 16 horas diarias. Es por eso que habrá dos turnos de personal y el servicio del restaurant será continuado. Además, se prevé que, para la temporada de verano, se inauguren el segundo y tercer módulo de piscinas climatizadas alimentadas por el lago Epecuén, y un piletón lúdico de 4000 metros cubiertos.
“Es imposible no destacar que cuando hay un esfuerzo, ganas de trabajar y seriedad, pero sobre todo optimismo por tratar de dejar lo feo atrás y salir a buscar una nueva oportunidad, las cosas se pueden lograr”, sintetizó Alejandro Lastra, Secretario de Desarrollo y Promoción Turística de la Secretaría de Turismo de la Nación, en la presentación del nuevo centro recreativo.
La Atlantis argentina
El agua del lago Epecuén es conocida en todo el mundo por poseer propiedades curativas, por ser altamente mineralizadas. Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incorporó dentro de la medicina tradicional.
Esta particularidad convirtió a la ciudad en el balneario preferido de la sociedad aristocrática en la década del 20 y uno de los destinos turísticos de moda hasta mediados de la década del 80, cuando se vio envuelta en una paradoja: las aguas curativas escribieron el lamentable destino de Epecuén. El 10 de noviembre de 1985, una sudestada fue el puntapié inicial que marcó la suerte de la ciudad. El muro de contención que protegía al pueblo del lago cedió ante la fuerza del agua y provocó una inundación que crecía a razón de un centímetro por hora.
Durante los siguientes 15 días, los habitantes debieron ser evacuados, abandonando sus hogares y pertenencias. De esta forma, no tuvieron que lamentar ninguna fatalidad. Algunos de ellos, adjudican el accidente al exceso de construcciones turísticas y, en contraposición, la falta de obras.
Con el paso del tiempo, el agua retrocedió, aunque no en su totalidad, dejando un paisaje desolador que hoy funciona como atracción turística. Algunos de estos circuitos son conocidos como El Matadero o las Ruinas de Villa Epecuén.
El Record de Epecuén
Si algo caracteriza a Epecuén es la unión de su pueblo, que fue el principal factor para iniciar la reconstrucción de la villa. Un buen ejemplo de esto es que los habitantes de la ciudad se hicieron un lugar en el libro de los Récord Guinness.
El 29 de enero de 2017, y en el marco del 140º aniversario de Villa Epecuén, 1941 personas flotaron en línea en el famoso lago ante la mirada de más de 15 mil personas que asistieron al lugar para presenciar el histórico y curioso momento.
Luego de permanecer durante 30 segundos haciendo “la plancha” agarrados de la mano y sin asistencia de ningún elemento, el pueblo del partido de Adolfo Alsina desplazó a un grupo de 650 taiwaneses que ostentaban el récord hasta ese momento.
Por otra parte, recientemente amenazaron desde Utah con arrebatarle la marca a los carhuenses. Se hizo una convocatoria por medio de Facebook para que la gente se acercara al Great Salt Lake el último 8 de junio, sin embargo, llegada la fecha, solo 400 personas se acercaron al punto de encuentro. Según aclararon desde la organización, el clima no acompañó.