El norte de Perú preserva algunas de las más ricas expresiones de la Cultura Mochica, ciudadelas y pirámides completamente realizadas en adobe profusamente adornado que provocan la admiración de quienes las visitan.
El Perú no puede resumirse solamente a tres destinos: Lima, Cuzco y Machu Picchu. Es como decirle a alguien que vaya a París y conozca sólo la Torre Eiffel y no pasear por el Sena, ni llegarse hasta el Museo del Louvre, ni caminar por los Champs Elysées, ni saborear su exquisita gastronomía, perderse por las callecitas del Barrio Latino o dejar de lado las grandes casas de moda.
Es leer las páginas finales de un libro de Agatha Christie y enterarse quién fue el asesino, pero sin saber nada del principio, desarrollo y las causas que llevaron a ese personaje a actuar de esa manera.
Sus culturas precolombinas han sido tan exquisitas que no buscar experimentar algo más que el legado Inca es conocer sólo una breve parte de la historia del Perú, que en definitiva fueron la base sobre la cual se desarrolló, menos de 100 años antes de la llegada de los españoles, el Imperio Incaico.
Es momento de comenzar a mirar más al norte y llegar hasta Trujillo, la tercera ciudad del país, para admirar algunas de las obras más increíbles que dejaron los Mochichas como las Pirámides del Sol y de la Luna, admirar a la Señora de Cao en el sitio Arqueológico El Brujo e imaginar cómo habrá sido la mayor de las construcciones de adobe de América en Chan Chan, un complejo de 9 ciudadelas que abarca una superficie de 20 kilómetros cuadrados. Pero todo tiene un punto de inicio en Lima, y bien se merece una visita.
La capital del Perú moderno
La ciudad de Lima se asoma al Océano Pacífico desde un privilegiado balcón natural, ya que la Plaza de Armas, principal enclave colonial y lugar donde Francisco Pizarro la fundara en el siglo 16, se encuentra 160 metros más alto. Salvar esa diferencia de alturas es un problema para el tráfico de vehículos que en horas pico encuentran grandes atascos y se producen demoras importantes. Pero al parecer los conductores han desarrollado una gran paciencia y no provocan conciertos de bocinazos. Simplemente esperan avanzar. ¡No les queda otro remedio!
Quien la visite debe pasar por su Centro Histórico, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, donde abundan ejemplares de edificios y monumentos que han ido dando forma en estos casi 500 años de vida.
Durante el Virreynato fue la ciudad más importante de esta parte del Nuevo Mundo, pero los restos de las antiguas poblaciones que se encuentran en la cercanía de Lima nos muestran la que pudo ser la primera ciudad de América, la ciudadela de Caral, que data del 3000 A.C. y en la vivieron entre mil y tres mil habitantes que se dedicaron a la pesca, la agricultura y el comercio con el resto de la región.
Volviendo a la época moderna, son varios los Barrios que se desarrollaron para darle la actual fisonomía. Barrancos, San Isidro o Miraflores son los más concurridos por los turistas debido a la abundancia de hoteles, museos, parques, restaurantes y bares.
En los pasados años Lima se ha consagrado como una de las capitales gastronómicas del mundo y la experiencia de saborear sus sabores que mezclan los ingredientes más auténticos con los aportes de las corrientes migratorias es una tarea que no dejará defraudado a nadie.
Una actividad muy recomendable es asistir al espectáculo de las fuentes danzantes que cada noche se realiza en el Parque de la Reserva. El denominado Circuito Mágico del Agua cuenta con trece fuentes cibernéticas, apoyadas con la más alta tecnología donde la música, el agua, el sonido y luces láser se mezclan para presentar espectáculos únicos e increíbles.
La entrada es muy accesible (4 Soles=48 pesos) y la disfrutan tanto los chicos como los grandes en un despliegue que durante 15 minutos capta la atención de todos gracias a sus juegos de rayos láser, los colores, la música y la historia que se proyecta y cobra vida sobre la cortina de agua de la mayor de las fuentes, la Fuente de la Fantasía, con chorros que alcanzan los 20 metros de alto, mientras se mueven de izquierda a derecha y se retuercen sobre sí mismas a lo largo de 120 metros en perfecta sincronización.