El invierno convierte a la costa rionegrina en el centro de los deportes de viento: kitesurf, carrovelismo y hasta parapente encuentran en el Balneario el Cóndor su lugar ideal.
Los viajeros siempre están ávidos de nuevas experiencias, y en Río Negro eso es tomado muy en cuenta. Así es como la extensa provincia, que hacia el oeste puede ser considerada una de las más finas en cuanto al servicio de centros invernales basados en el esquí y la nieve, al este puede proponer una actividad diferente y que está comenzando a ser considerada con seriedad: el mar y sus desafiantes olas.
El viaje puede comenzar en Viedma, capital de la provincia, la ciudad más importante de la región que integra, junto a Carmen de Patagones, una comarca turística que las une por la naturaleza del río Negro y por su historia.
El pasado se despierta en la Manzana Histórica, situada en el corazón de la ciudad, compuesta por edificios que conservan el patrimonio histórico cultural y en los diversos museos que con sus diferentes temáticas invitan a revivir su historia.
Un exquisito complemento de vestigios históricos y un ambiente colmado de paisajes escenifican la actualidad de una comarca de producción primaria, administrativa y turística.
Vamos a la playa
Pero es a 30 kilómetros de Viedma, casi bordeando el río, que se llega al destino propuesto: el balneario El Cóndor, sobre la costa atlántica ronegrina. La villa turística ofrece todos los servicios básicos necesarios para una estadía, buen descanso y disfrute durante todo el año, así que, no hay excusas para los temerosos del frío invernal.
El Cóndor y el Camino de la Costa ofrecen el mejor escenario natural para la práctica de carrovelismo, kitesurf, surf, windsurf, parapente y kitebuggy, donde el mar y el viento son los principales protagonistas en la búsqueda de emociones y adrenalina a través de la conjugación de las ráfagas marítimas y las olas que acompañan la práctica recreativa de las actividades de viento.
El kitesurf, es un deporte de navegación que combina el surf con el parapente y permite realizar saltos de hasta diez metros de alto y cincuenta de largo, y alcanzar velocidades que llegan a los 80 kilómetros por hora. Consiste en el uso de una cometa de tracción, que está sujeta al deportista por cuerdas y se sujetan al cuerpo mediante un arnés, permitiendo deslizarse sobre el agua mediante una tabla diseñada para tal efecto.
Una novedosa experiencia
El Carrovelismo, por su parte, es una actividad que está en pleno crecimiento. La planicie de arena se surca con pequeños desniveles por donde el agua avanza hacia la playa, haciendo del circuito de Carrovelas un trayecto lúdico. Las jornadas con vientos predominantes del sector permiten una navegación muy extensa, de aproximados 5 kilómetros. La posibilidad de acceder a la playa en vehículos doble tracción facilita el traslado de los equipos hacia la zona de práctica de la actividad.
Se trata de vehículos con tres ruedas neumáticas, equipados con una vela que requieren gran habilidad para ser conducidos. Los móviles que se desplazan sobre la lisa superficie de la playa húmeda corren empujados por el viento, cuya velocidad cuadruplicada por la vela, puede superar los 135 kilómetros por hora. La extensión de las playas, y las constantes ráfagas de viento, son ideales para efectuar el deslizamiento de los carros a vela en el balneario.
Claro que un clásico no puede escapar a la lógica de las olas. El surf también es actividad obligada para los intrépidos que quieran gozar del mar. En una playa con una formación rocosa que se adentra en el mar, El Espigón asegura ondulaciones de calidad cualquiera sea la marea imperante. Se trata de olas de hasta un metro de altura, que duplican su tamaño en situaciones de sudestada.
Las rompientes generan un abanico de formas, fuerza, empuje y trayectoria del agua, en un ambiente resguardado de los vientos para que los surfistas afinen la técnica de acuerdo a las capacidades y nivel de aprendizaje.
El viento también suma su cuota para estas actividades al aire libre, y eso se puede desarrollar a través de alguna de ellas, como el parapente. La zona aledaña al balneario El Cóndor resulta ideal para la práctica de este deporte, considerando la dirección del viento predominante y la brisa marítima con la temperatura del mediodía.
La zona volable es el acantilado que se extiende desde “El Cóndor” hasta casi San Antonio Este. Se puede elegir la zona que más convenga según la dirección del viento. Los vuelos tienen lugar durante todo el año.
Otro es el Kitebuggy, que empleando al viento como medio de tracción logra arrastrar un pequeño carrito de tres ruedas comandada por un solo tripulante por medio de un Kite o barrilete de gran tamaño.
Para los amantes de la naturaleza
Además, este escenario natural posee un asentamiento de más de 200 especies de aves marinas, ribereñas y continentales, situándose aquí la Colonia de loros barranqueros más grande del mundo. Durante la temporada estival, se realizan salidas de Avistaje de Aves para disfrutar y conocer más acerca de la flora y fauna de la zona.
El balneario cuenta con diversos sitios de importancia histórica como las casitas de los primeros pobladores, el Faro Río Negro y el mirador del Ceferino, desde donde se obtienen vistas panorámicas de la villa y del estuario del río Negro.
A Viedma y El Cóndor, se llega por la Ruta Nacional N° 3 desde el Norte y desde el Sur. Además varias líneas de micros unen Viedma con las diferentes regiones del país. Se complementa con un aeropuerto que conecta la ciudad con Buenos Aires.
La Colonia de Loros Barranqueros
Hay una curiosa presencia en esta región que sorprende a los viajeros que se acercan a El Cóndor. Unos 35.000 nidos activos de loros barranqueros, emplazados a lo largo de 12 kilómetros de acantilados que dan al océano Atlántico, constituyen la colonia más importante del mundo de esta especie. Desde 1998 investigadores de la escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Bristol, Inglaterra, se encuentran estudiando la biología reproductiva del loro barranquero. Esta es la mayor colonia de la especie y se extiende a lo largo de la costa, encontrándose la mayor densidad de nidos en el primer kilómetro (6.750 nidos activos). En la temporada de verano (desde Navidad hasta fines de Enero) se produce la reproducción de los loros.