“Tailandia tiene mucho que ofrecer a los turistas argentinos”, comienza diciendo Srisuda Wanapinyosak, y agrega, “ya que a los argentinos les interesa mucho conocer acerca de otras culturas y nosotros tenemos una muy singular, que es diametralmente opuesta a la suya, por lo que llegarse hasta mi país es una oportunidad excepcional para aprender más de cerca como somos, lo que nos gusta, como nos expresamos y lo compartimos con el resto del mundo”.
Siempre sonriente y expresándose en un inglés correcto en lo gramatical, pero con mucho acento extranjero, va desgranando poco a poco todo lo que tiene su país para ofrecer a quien llega desde tan lejos como nosotros, que pueden ser sus paisajes o su comida, pero fundamentalmente el agradecimiento de su gente a quienes los visitan. Para ellos es un honor recibirlos.
“Claro que muchos saben que tenemos hermosísimas playas y una deliciosa comida que es muy famosa y apreciada por mucha gente, pero es un destino ideal para las compras también. Es un paraíso para eso y sabemos que muchos argentinos viajan a Tailandia para hacer compras”, añade la Sra. Wanapinyosak.
Un consejo que nos deja es que una estadía promedio para quienes llegan desde tan lejos como la Argentina debería ser no menos de 10 días, e idealmente dos semanas. “De esa manera podrán vivir todas las experiencias que propone Tailandia, disfrutar de la cultura y la ciudad capital, visitar los templos y pueblos del norte y relajarse en las playas al final”. Vale la pena tenerlo en cuenta.
Conocer la verdadera Tailandia
“Para el visitante que llega a Tailandia por primera vez le recomendaría efusivamente que vaya a Bangkok, nuestra capital, donde deberían quedarse no menos de dos a tres días para ir luego al norte de Tailandia a destinos como Chiang Mai y Chiang Rai, donde verán, no sólo paisajes, sino también una cultura y un pueblo muy diferentes. En medio de verdes montañas abundan las cataratas, y es donde están los elefantes. Porque tenemos algo único: el visitante puede ser el dueño de un elefante por un día, ¿Qué cómo es eso? Pues se pasa todo un día con el animal aprendiendo a ser un mahout (cuidador de elefante) para entender al animal, indicarle que se pare, que camine, que se siente, etc. incluso lo bañan en el río en una actividad encantadora que seguramente harán una vez en la vida”, cuenta la representante de Turismo de Tailandia.
En el norte verde se encuentra Chiang Mai, que aunque su nombre signifique “nueva ciudad”, no tiene nada de reciente ya que ha celebrado su 700º aniversario en 1996. Desde entonces es centro del Budismo del norte de Tailandia.
Ofrece antiquísimas pagodas y templos junto a modernas tiendas y hoteles Boutique. Su fascinante diversidad étnica, sus reservas de elefantes, una gran variedad de escuelas de cocina y masajes thai, numerosas actividades al aire libre, espectáculos culturales y un increíble paisaje natural hacen de Chiang Mai uno de los destinos turísticos más atractivos de toda Asia.
Chiang Rai por otra parte es una región muy tranquila y desde donde es posible visitar tribus de montaña, y avistar fauna exótica. Es anterior aún a Chiang Mai por lo que la supera en unos 100 años. Rafting, senderismo, montar en elefante, visitar tribus locales, ver plantaciones de Té, son parte de su encanto.
Bangkok
Punto de llegada de la mayoría de los 35 millones de turistas internacionales que visitaron el país en el 2017, la capital tailandesa conserva el encanto clásico de sus templos budistas y le añade todas las comodidades modernas, en una mezcla aparentemente caótica, pero funcional. En Bangkok, o Krung Thep, “la ciudad de los ángeles”, como se conoce entre sus habitantes, el visitante se sorprende por el tamaño de la misma y su gran variedad de opciones y atracciones turísticas, más sabiendo que fue fundada hace algo más de 200 años, por el primer rey de la actual dinastía Chakri, en 1782. Porque Tailandia es un reinado milenario, conocido por los occidentales como “Siam”, hasta que en 1939, tras la llegada de una monarquía constitucional al estilo inglés siete años antes, se cambió el nombre a Tailandia o práthêt thai.
Con más de 10 millones de habitantes, y la abundancia de templos budistas (se dice que hay 400), no es de extrañar encontrarse con monjes vestidos con sus túnicas color azafrán recogiendo limosnas o moviéndose a lo largo y ancho de la ciudad.
Son visitas obligadas las del Gran Palacio Real, muy cerca del Templo del Amanecer que alberga una figura del Buda reclinado de… ¡46 metros de largo y 15 de alto!
El Río de Reyes cruza toda la ciudad y su multiplicidad de puentes la convirtieron para el mundo occidental en la “Venecia de Oriente”. Pero eso no impide que el transporte público, ya sea el Metro o el Tren lleven a los turistas desde los hoteles a los shoppings y a los mercados tradicionales. Pero no hay un viaje completo en Tailandia sin experimentar su animada vida nocturna. Si la finalidad de la estancia en el País de la Sonrisa es sumergirse en su cultura única o simplemente “gastar la tarjeta” en los centros comerciales, viajar a la “Ciudad de los Ángeles” garantiza la experiencia fascinante de vivir el estilo de vida tailandés en una sola parada.
Las playas
Por supuesto que quienes las aman las encontraran en Tailandia para todos los gustos. Las hay en el sur pero también en el este del país.
“Las más conocidas están en el este, pero si van durante el invierno, es decir entre noviembre y diciembre hasta marzo, yo recomiendo que visiten las playas del Mar de Andamán: Pukhet y Krabi para evitar las lluvias”, nos dice Srisuda Wanapinyosak.
“Pukhet es la isla más grande de Tailandia, tiene el mismo tamaño que Singapur, y para la gente que gusta estar rodeado de mucha gente, con fiestas y entretenimiento todo el día, hay dos o tres playas muy concurridas, pero tenemos como 15 más donde pueden ver villas de pescadores, paisajes muy bellos, y aún en un destino tan popular como Tailandia tienen la opción de encontrar lugares tranquilos, no abarrotados por turistas. Son esos lugares en donde descubrirán al verdadero tailandés y allí es adonde recomiendo que vayan los visitantes que ya han conocido los destinos más famosos del país”.
En Pukhet solo hay dos estaciones al año: la temporada verde (de mayo a octubre) y la estación cálida (de noviembre a abril) pero sea cual sea el momento elegido para estar allí no podrán perderse la oportunidad de sacar “la foto”, esa que se ha repetido millones de veces y que tan bien identifica al destino. Para que la encuentren fácilmente: es Laem Phromthep. La mejor hora es el atardecer y no hay nada más que llegar temprano y sentarse a disfrutar de la puesta de sol allá donde se pierde el mar de Andamán para vivir un momento de postal.
En cuanto a Krabi, cuyo nombre no es tan famoso, es una región de otro mundo, de archipiélagos laberínticos, donde las islas parecen irrumpir verticalmente fuera del mar mientras que sus playas solitarias solo son accesibles en bote. Las innumerables bahías en Krabi han abrigado a piratas, comerciantes y gitanos del mar durante miles de años.
Un pueblo feliz
Indudablemente el pueblo tailandés es amable, y siempre recibe al visitante con una sonrisa, por eso mismo es que se lo conoce como “el País de la Sonrisa”. Las causas de esa maravillosa actitud ante la vida se hunde en los principios del Budismo que antepone el valorar la vida, ser feliz ahora, no pensar en el pasado, ni preocuparse por el futuro. Es una forma de vida que da forma al carácter de su gente, y que se conoce como Thainess Life –el arte de vivir tailandés- La hospitalidad tailandesa constituye uno de los aspectos más representativos y característicos del país de la sonrisa. “Estoy segura que los argentinos serán felices en Tailandia. Por favor vengan a visitarnos”, concluye la siempre sonriente Srisuda Wanapinyosak.