Un poco más allá de la agitada vida de la ciudad de Cancún, (a 30 kilómetros para ser precisos), y antes de llegar a la zona turística de Riviera Maya con sus mega hoteles, se encuentra Costa Mujeres, un nuevo destino que busca posicionarse entre los turistas que buscan una opción diferente.
El canto de los pájaros es el despertador natural de todas las mañanas, que con la brisa del mar se suma al espectáculo del amanecer desde la orilla. Enfrente se divisa Isla Mujeres, otro sitio paradisíaco que vale la pena conocer. Partiendo en barco desde Cancún se accede a la isla mientras se navega en un mar de increíbles colores, que van desde el turquesa más claro al azul más profundo. Antes de llegar muchos se animan a hacer snorkel o buceo para conocer los maravillosos paisajes subacuáticos en donde abundan los peces de colores y se sorprenden al descubrir un museo submarino con más de 440 estatuas.
Ya en la isla el cálido mar invita a nadar mientras las suaves y doradas arenas prometen una agradable caminata bajo el sol caribeño.
Isla Mujeres se puede recorrer en taxi o en carritos de golf que se alquilan en la avenida principal, pero también se puede optar por caminar y recorrer los rincones coloridos de sus calles llenas de artesanías típicas y restaurantes con gastronomía local. Los puestos callejeros venden frutas frescas y agua de coco, ideales para calmar la sed y aplacar el calor. La isla tiene apenas 5 kilómetros de largo y menos de tres cuadras de ancho.
Conociendo el Mundo Maya
Antes de ingresar al Cenote Chimuch, un chamán debe conceder el permiso a los visitantes a través de un ritual ancestral en el que le pide al inframundo que abra las puertas de ese sitio. Mientras el chamán recita oraciones en lenguaje maya, cada uno de los visitantes es purificado por el oficiante mediante humo de incienso. Una vez que el permiso fue dado, los visitantes deben dirigirse al cenote con traje de baño sin ningún producto químico en su cuerpo, ya sea repelente para insectos o bloqueador solar. Todo tiene un por qué: Chimuch es un sitio sagrado y preservado que no puede ser contaminado por agentes externos, ya que de esta forma perdería su esencia. Luego de caminar unos metros, y de bajar otros tantos, unos pequeños murciélagos habitantes del lugar parecen dar la bienvenida a una inmensa cueva en donde se destaca un espejo de agua impresionante. Allí es posible bañarse y quedarse contemplando la selva en medio del silencio y la calma.
Luego es tiempo de hacer una caminata. Se recomienda hacerla de mañana para que el calor no sea tan fuerte, pero de todas formas, se disfruta igual.
A este lugar se puede acceder desde la propia Costa Mujeres en un viaje aproximado de dos horas. Para llegar lo recomendable es contratar una excursión, ya que de esta forma, es posible conocer detalles que se pasarían por alto si uno va por su cuenta. En el camino se divisan rocas rectangulares con inscripciones jeroglíficas de esta civilización ancestral que dominó la Península de Yucatán desde el 500 A.C. hasta el siglo IX de nuestra era.
En el pueblo Tres Reyes, cuya población es descendiente de mayas, aún persisten ciertos rasgos de la antigüedad. Si bien abundan casas de material es posible ver muchas más con forma de choza realizadas con distintos elementos naturales como el barro. Adentro el único mobiliario son las hamacas donde duermen y un fogón a leña en el piso, que es además de fuente de luz y calor, su cocina.
Las calles de Tres Reyes, son tranquilas y su gente es muy amable y, aunque con un poco de timidez, reciben a los visitantes con mucha calidez.
Más adelante la aventura se traslada al sitio arqueológico Cobá. Uno de los más importantes del mundo Maya, pero tal vez el menos difundido. Allí se encuentran varias estructuras y construcciones que en su mayoría (se cree que son cinco mil) están tapadas por la misma jungla. Allí, los mayas realizaban sus rituales y sacrificios para pedir que lleguen las lluvias en la época de cultivo. En el camino es posible divisar el espacio donde se practicaba el juego de pelota, que se utilizaba con fines rituales. Entre las reglas principales, los jugadores no podían tocar la pelota (que pesaba cerca de cinco kilos) más que con sus caderas, codos y rodillas.
Luego de una caminata de aproximadamente media hora, que también se puede hacer en bicicleta o en “Uber maya”, unos carritos manejados por locales, surge imponente el templo Nohoch Mul, una pirámide de 120 escalones no apta para impresionables y que es el segundo templo más alto del mundo maya al que se puede acceder en la actualidad. Lo recomendable es no distraerse en ningún momento de la subida y la bajada, ya que sus escalones empinados hacen perder el equilibrio con facilidad. El regalo mayor es llegar a la cima donde se puede ver toda la frondosa selva con sus imponentes árboles.